La IA va a repercutir tanto en la creación como en la destrucción de empleo. Como ha ocurrido siempre que se ha producido una revolución tecnológica se tiende a pensar que se destruirán más puestos de los que creará, pero la historia es tozuda y nos demuestra que ante ideas que parecen inmutables, siempre nos equivocamos. Dado este escenario, el principal reto al cual nos estamos ya enfrentando es la alteración de las necesidades del mercado laboral.
Lo que es indudable es que la IA nos va a ahorrar el trabajo rutinario, es decir, todas aquellas actividades que sí se pueden automatizar y generan muy poco valor a las empresas (tramitación de consultas, cálculos, picado de datos, mantenimiento de archivos, etc.). Esto se debe a que las máquinas de hoy en día hacen el razonamiento cuantitativo mucho más rápido y fiable que cualquier ser humano.Es necesario formar a todos estos trabajadores que realizan tareas rutinarias hacia áreas y sectores que les permitan atenuar las consecuencias de la reducción de puestos de trabajo, ya que se estima que la mitad de los puestos de trabajo que existen a nivel mundial podrán automatizarse.
Más compleja será la sustitución de aquellos trabajos manuales (industria) ya que aún deben mejorarse las funciones sensomotoras básicas y resulta difícil alcanzar niveles de destreza y precisión óptimas.
Queda bastante claro por ello que, si bien la IA puede utilizarse en tareas rutinarias para mejorar la eficacia, es en las áreas de creatividad e inteligencia emocional donde carece de una capacidad operativa. Por tanto, cuanto más necesarias resulten estas habilidades, menos probabilidades habrá de que la IA sustituya la acción humana en estas labores.
En occidente, así como en el resto de los países desarrollados, es tal el ritmo al que se producen las innovaciones tecnológicas que no está siendo posible cubrir todos los puestos de trabajo que se generan. Por poner un ejemplo, tan solo en España en el año 2019 se dejaron de cubrir de 100.000 a 110.000 puestos de trabajo del Sector IT [1].
Finalmente, para las nuevas generaciones será necesario mejorar su educación y “actualizarla”. Dejar de considerar la educación como una mera transferencia de conocimientos y dirigirla hacia una formación continua, con mayor capacidad de adaptabilidad del ser humano, lo cual indica menos cualificaciones específicas, un mayor pensamiento crítico y la autoconciencia. Se debe preparar a los futuros trabajadores para que tengan una relación completamente novedosa con la tecnología, las máquinas y los propios seres humanos.
